05-02-08

Kubrick, La Odisea y Crítica a la Razón

Este artículo no es un comentario cinematográfico sino una reflexión filosófica sobre Odisea en el Espacio 2001 debo acentuar el hecho de que se trata de una interpretación personal, de todas formas el mismo Stanley Kubrick planteaba que los espectadores eran libres de interpretar las alegorías filosóficas de la obra, es este contexto y a mi personal criterio esta obra representa fielmente el talento de Kubrick como realizador, al tomar la obra literaria de su amigo A. C. Clark quien además colaboró con el guión (previo a su publicación como libro) y a partir de ella construir un monumento fílmico único, en ese sentido y lo que trato de destacar, la película no es una versión del libro sino es una obra diferente construida a partir de él, se debe tener en cuenta que la película dura aproximadamente tres horas y los diálogos ocupan en ella sólo cuarenta minutos, este es un hecho relevante que hace intuir una mayor importancia en dimensiones abstractas como lo visual, el sonido y el silencio, configurando una fina red que punto a punto teje complejos simbólicos que sirven como una desgarradora crítica al ser humano en tanto especie, una obra que sintetiza el pesimismo en la naturaleza humana y la crisis de la razón. Más allá incluso vaticina -siempre en un clima de ficción y realismo- una futura catástrofe cual símbolo de Apocalipsis de significado para la humanidad de seguir en nuestra humana ceguera.

Ahora…. ¿Por qué? ¿Qué nos lleva a plantear esto?..... Bueno partamos por el comienzo, el monolito extraterrestre es un primer e importante símbolo en todas sus dimensiones, partiendo por su carácter de extra-terrestre lo que indica a mi criterio una intervención de un hábitat natural, una contaminación del funcionamiento de nuestro planeta, esta contaminación se concretaría en el efecto que este monolito generaría en una de las especies circundantes, pero en ese punto ahondare luego. Otro elemento que no debe pasar desapercibido es la perpendicularidad del monolito, la perpendicularidad representa la futura cultura solar, la perpendicularidad del sol y la tierra al meridiano, la hora ceremonial, además demuestra una dirección, hacia arriba, también una posición corporal, insinúa por tanto la separación de la tierra y la erección en la postura, esto no debe pasarse por alto, pero es material de una reflexión posterior que ahonde en dicho tema.

La presencia del monolito en mi interpretación contamina el ambiente y afecta al Australopithecus Afarensis en el África de hace cuatro millones de años, el monolito representa el inicio de una evolución alterada por un elemento extra-terreno. Aparece aquí una huella de la intervención del monolito (otros interpretes no coinciden conmigo en esto), el descubrimiento de la herramienta por parte de los Afarensis, en este punto los Afarensis representaban la dialéctica natural entre la curiosidad, el miedo y la temeridad, animales de irracionalidad, en este tiempo de irracionalidad virgen la intervención del monolito y el descubrimiento de la herramienta es el primer paso en una evolución que nos llevaría a ser lo que somos.


Lo extraterrestre, a mi entendimiento no pretende -como si es el caso de otros intérpretes de esta obra- plantear que la humanidad es monitoreada por alguna inteligencia extra-terrena ni por dios sino una interferencia artificial, una torsión en el devenir natural de la tierra, en este caso en particular de una de sus especies animales, de esta forma la futura humanidad estaría marcada por esta “torsión a la naturaleza y evolución del planeta”.


En el tiempo cero, en este caso en el momento en el que el monolito afecta a los ancestros humanos, estos, los Afarensis se caracterizaban por la irracionalidad y eran una especie que vivía en estado natural, con mínima interferencia del ambiente, mínima destrucción del planeta. Es cierto, mi interpretación es de alguna forma una alegoría ecológica, lo admito, pero esta interpretación ensambla bien con la crítica a la razón y a la modernidad y curiosamente parece paralela en alguna medida a la crítica de Habermas -curioso porque no soy un habermasiano- y Marcuse al respecto del mismo asunto.


El salto en el tiempo dado en la película, a la era espacial, al año 2001 indica de cierta forma el foco de contraste y crítica en el sentido de que funciona con el otro extremo en el continuo, si el Afarensis era el tiempo cero, la era espacial es el tiempo final esto porque supone una meta de la racionalidad, la civilización y el punto culmine en la evolución de la tecnología que comenzó con el descubrimiento de la herramienta por los Afarensis al utilizar los huesos como instrumentos.


La conquista del espacio no debe pasar piola en sus cualidades simbólicas y sus vinculaciones a la razón y la tecnología, tanto es así que en un hecho histórico más o menos contemporáneo como fue “el primer hombre en la luna”, la cinematográfica y poco espontánea frase “un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad” refleja preciosamente eso, el hoto, el anhelo evolutivo.


Debemos ahondar ahora en dos temas que se cruzan y se funden en este punto de la película y de mi interpretación, estos son por un lado la tecnología y por otro la conquista del espacio.


La tecnología de la era espacial representa en si el punto más alto en ese largo camino de evolución es la herramienta en su mayor estado de desarrollo, tanto que parece estar al filo de su autonomía, al contrario el ser humano parece depender cada vez más de las herramientas sin poseer el conocimiento sobre la herramienta ni conocer los secretos de la tecnología, el ser humano se hace dependiente en unidimensionalidad como planteaba Marcuse, esta dependencia extrema se verá reflejada en un momento clave como son las escenas en el espacio con la estación espacial, HAL 9000 y el ser humano. Es acá donde se produce el cruce de significados que consuma la crítica a la razón, esto porque la conquista del espacio en tanto hito anhelado es sólo conseguido en alianza con la herramienta, la tecnología, es más un triunfo de esa alianza humanidad-tecnología que solo de la humanidad, pero además la conquista del espacio reviste un mayor y oscuro significado como es la separación de la tierra, el alejamiento del planeta y de la naturaleza, en este punto podemos rescatar el simbolismo de la perpendicularidad del monolito en tanto indicador de direccioinalidad, el monolito rectangular -que en la obra de Clark tenia forma semi-humana- da la dirección perpendicular al espacio vacío el alejamiento de la tierra, en el espacio cualquier punto cruza perpendicular a la tierra y su corazón. Es por esto que esta parte de la película es tan densa y rica en simbolismos, la estación espacial se encuentra en el espacio con lo que los seres humanos notan que no están en su medio, la gravedad hace que deban aprender a manejarse en esas condiciones e incluso las necesidades básicas revisten dificultades que implican adaptación y aprendizaje, por otra parte sus huesos se debilitan en el espacio, su corporalidad se resiente, el ser humano se ha alejado de la tierra, de la naturaleza y acusa sus síntomas.

Además, la estación órbita en el espacio a discreción de HAL 9000, este personaje representa a la herramienta en su máximo evolutivo, es la personificación de la tecnología incluso con cierta autonomía en contraste con la dependencia de los tripulantes humanos respecto a HAL, la dependencia de la humanidad ante la tecnología, una tecnología autonomizada de sus creadores, de su especie creadora. Los humanos a los ojos de HAL 9000 son débiles y perezosos, además de no estar en su elemento, HAL puede prescindir de ellos, HAL piensa que existe, y la herramienta comienza a tomar sus propias decisiones, inteligencia artificial en el peor momento para los tripulantes.

Cuando HAL haciendo uso de su inteligencia artificial provoca una falsa falla, una trampa para el astronauta y lo lanza al vacío, la escena del astronauta perdiéndose en el vacío dura tres minutos, sólo con la respiración todo un símbolo, el ser humano perdiéndose en el vacío eterno traicionado por la tecnología. La razón fuente de racionalidad y evolución dio en su fruto a la tecnología y el ser humano queda perdido en el espacio y en su fin, su término sólo su subjetividad descontrolada, alucinante e irracional abre las puertas de la muerte y el infinito.

Aquí un ensayo escrito por el compañero Francisco Astudillo de Sociología. En este podremos apreciar algunas interpretaciones de la gran película de Kubrick "2001, una Odisea en el Espacio", ojala les guste.

03-01-08

Tatuajes: El Lenguaje de la Piel

Si bien la realización de tatuajes está presente desde los orígenes de la humanidad; es a partir de mediados de 1990, y gracias a fenómenos como la Globalización; que comienza a apreciarse con más fuerza en gran parte de las sociedades occidentales. Hasta hace un par de décadas atrás, llevar un tatuaje genera diversos prejuicios hacia la persona que lo porta, transformando una marca identitaria en estigma. En la actualidad, el tatuaje ya no solo se relaciona con la pertenencia a determinadas subculturas y contraculturas, sino que más bien parece consolidarse, propiciando una mayor aceptación por parte de la sociedad en su conjunto. En lo que respecta al campo investigativo, la realización de tatuajes como fenómeno actual, presenta escasa indagación y en general, las visiones se centran en estudiar a aquellos casos “tipos ideales” que cubren casi completamente, su cuerpo de tatuajes, o por el contrario, como un fenómeno asociado a subculturas adolescentes; casos que hoy en día no corresponden con la masificación atarea, de género y estrato social que ésta práctica exhibe.

Si bien no existe consenso con respecto al origen de la palabra “tatuaje”. Etimológicamente, procede de la palabra “ta”, que en polinesio significa golpear, o de la antigua práctica de crear un tatuaje por medio del golpeteo de un hueso contra otro sobre la piel con el consiguiente sonido “tau-tau”. Ahora bien, la palabra latina para tatuaje se iguala con “estigma”, que como ya se señalara corresponde a una marca que produce un descrédito, pero además, bajo el contexto del tatuaje, se define como una marca hecha sobre la piel de un esclavo o criminal, con objeto de que éste visibilice su condición, y por ende pueda ser reconocido como tal. (Ganter, 2006).

La práctica del tatuaje tiene diversos usos y significados según sea su contexto y época histórica, sin embargo, en la mayoría de los casos, se asocia a un acontecimiento especial, un hito en la vida de quien lo lleva; de ahí que el tatuaje pueda entenderse como una práctica social ligada a ritos, formas o modas Según Dupey[i] (2005), el sentido del tatuaje a lo largo de la historia y en las distintas culturas es diferente. Pero la modificación del cuerpo como forma de construir la propia identidad es una constante.

Probablemente el tatuaje posee un desarrollo geográficamente difundido y temporalmente continuado. No obstante, el bajo interés mostrado por los historiadores de los siglos anteriores, desemboca en que se cuente con escasos registros acerca del origen de esta práctica. Los testimonios, más o menos documentados, se remontan a los primeros años del cristianismo[ii]. Los orígenes del tatuaje pueden estar vinculados con el descubrimiento de la pintura, esto debido a que existen restos arqueológicos que dan cuenta de la antigüedad del este arte corporal. El primero de ellos corresponde a Europa, lugar en que descubren estatuillas de figuras humanas con dibujos corporales del período Neolítico (Edad de Hielo, 8000 años A. de C.). En la cueva prehistórica de Aurignac, se encuentran pequeños huesos puntiagudos, que se hipotetiza, su uso como herramientas para tatuar.

En el año 1991 se descubre en Italia, un cuerpo congelado de alrededor de 5000 años de antigüedad (Edad de Bronce, 3000 A. de C.), que se estima, corresponde a un hombre de 45 50 años. El cuerpo presenta cincuenta tatuajes, con diseños de líneas y cruces sobre las vértebras lumbares, rodillas y tobillos; realizados por medio de la técnica de puntura.

El Tatuaje se vincula a la evolución política, social y cultural de los grupos sociales. En este sentido es posible afirmar que implica connotaciones sociológicas, antropológicas y psicológicas. Asimismo, el tatuaje presenta diferentes significados.

El significado mágico-religioso del tatuaje se relaciona con la creencia de que por medio de éste, se consigue la protección de los dioses. En Occidente tatuarse la imagen de un ser querido muerto, una cruz u otro símbolo alusivo a la muerte es una forma de invocar la protección del alma del fallecido. El significado terapéutico o curativo del tatuaje se vincula con la creencia que sirve para calmar dolores. La práctica de tatuarse líneas en las partes afectadas de dolores reumáticos, dolores de cabeza o sobre tumoraciones, se realiza desde la Edad de Bronce y, en la actualidad, se sigue realizando en lugares como Egipto y en tribus del Matto Grosso (Estado de Brasil).

Un tatuaje también puede entenderse como un signo de integración social cuando es realizado como una marca tribal, que da cuenta de la pertenencia a una determinada etnia o grupo social. O por el contrario, entenderse como elemento de distinción social, dando cuenta del estatus del sujeto que lo exhibe. Y en este sentido, el tatuaje nobiliario o real, es adecuado para ejemplificar lo señalado ya que este tipo de tatuajes sólo puede ser usado por personas nobles o de la realeza, y el significado otorgado incluye la jerarquía social, un significado caballeresco y heráldico o de carácter religioso. En los diseños del tatuaje nobiliario pueden encontrarse escudos de familia, estandartes, una espada, la imagen de San Jorge y el dragón[iii], una corona o una flor de lis, principalmente.

El tatuaje ornamental es uno de los más sencillos en tanto simbolísmo, ya que esencialmente, persigue la decoración y el adorno del cuerpo. No obstante, sus diseños son minuciosos y coloridos, como por ejemplo los tatuajes de la China, India y Japón. Ahora bien, la ornamentación del cuerpo mediante un tatuaje también se usa con fines erótico-sexuales, donde el tatuaje pasa a constituir un elemento afrodisíaco para seducir y atraer. En este sentido se señala que las prostitutas árabes, se tatúan flores o cruces en las mejillas y en los brazos para atraer a sus clientes.

En tanto pruebas de iniciación, el tatuaje constituye un ritual por el cual el iniciado transita de un estado a otro, para llegar a ser aceptado en el grupo; logra identificación con fuerzas celestiales o simplemente, constituye el pasaje a la adultez. También es común la utilización del tatuaje para celebrar triunfos en batalla o tras dar muerte a un enemigo. Esta costumbre se encuentra presente en América Central y el Matto Grosso. Dentro de este mismo contexto, para los Celtas, Pictos y Mayas, que el guerrero tenga un tatuaje intimida a los enemigos en el campo de batalla.

Si bien, por lo general el tatuaje se usa como una forma de identificación positiva, también tiene un pasado que lo significa como una marca discriminante negativa. En Grecia y Roma el tatuaje sirve como marca para distinguir a la servidumbre, entre los que se incluyen esclavos y sirvientes; constituyéndose en un signo de propiedad, dependencia y esclavitud. En Roma, Japón y China, el tatuaje identifica a los delincuentes. En la Alemania Nazi (1933-1945) el tatuaje tiene una doble significación y funcionalidad; por un lado se busca la identificación de los prisioneros y en el ámbito de la subjetividad, la humillación de éstos ya que la religión judía no está de acuerdo con llevar marcas en el cuerpo.

La Masificación del Tatuaje

Luego de que a comienzos del siglo XX se establecen los primeros estudios de tatuajes, en las principales ciudades de los Estados Unidos, la práctica del tatuaje evoluciona de manera significativa, tanto en sus técnicas de realización como en su perfil de consumidor. Ya que si bien, en sus inicios, el tatuaje se asocia con lo clandestino y más tarde con las subculturas juveniles, en la actualidad, y en el contexto de la sociedad de consumo, el tatuaje pasa a ser un objeto que se consume en distintos géneros, grupos etáreos y estratos socioeconómicos.

En los Estados Unidos, en el año 2003, uno de cada siete adultos, esto es, el 15% de los mayores de edad, tiene un tatuaje. A su vez, el 30% de quienes tienen entre 25 y 34 años y el 28% de los que están entre 18 y 25 años, tienen tatuajes. En el 2007, casi uno de cada cuatro norteamericanos ha grabado en su piel algún motivo, un porcentaje que se eleva al 36 % en el caso de los menores de 30 años. En México, se estima que por año, se tatúan cerca de 30.000 jóvenes; en cuanto a los tatuadores, se presume que hay más de 150.000, la mayoría operando clandestinamente. En Argentina durante el año 2003, más de la mitad de los tatuadores (más de 100 en condiciones legales), sostiene que desde 1999 al 2003, la demanda de tatuajes crece hasta un 500 %. Investigadoras de la “Universidad Nacional de Buenos Aires” (UBA), ratifican esta estadística. Asimismo, tatuadores concuerdan el señalar que el “cliente típico” se desperfila, y que ya no sólo incluye a personas jóvenes, sino que también es posible encontrar a personas mayores de 40 años, en busca de reafirmaciones de identidad, según manifiestan.

En Chile, si bien no existen cifras oficiales se estima que entre un 10% a un 16% de los jóvenes entre 12 y 18 años tienen tatuajes. En relación a la población en general, esta cifra oscila entre un 3% a 8%. Además, tatuadores agregan que, el arte de las transformaciones corporales se encuentra “profesionalizado”, antecedente que es posible de observar dado la creciente oferta de locales que, en la ciudad de Santiago se ubican estratégicamente en lugares con alta afluencia de público, esto es, la comuna de Santiago Centro, en calle Paseo Ahumada, la galería “Eurocentro”, y en la comuna de Providencia el “Portal Lyon”, ambos lugares íconos de la “cultura del tatuaje”, en la Región Metropolitana.

Alimentado por la cultura pop, movimientos underground y el mercado, en el último tiempo el arte dermográfico cobra la forma de un “fenómeno cultural” (Lara, 2006). Durante este mismo período, en la práctica del tatuaje se rompen las matrices de identidad y significación, llegando hoy en día a convertirse en una marca de consumo. Los medios de comunicación de masas no se oponen a este tipo de prácticas, sino que más bien las integra, difundiendo imágenes de artistas y personalidades triunfadoras, con tatuajes en diferentes partes del cuerpo; sustentando la idea de que el tatuaje en la actualidad es un objeto físico consumible integrado a la cultura hegemónica (Piña, 2003).

De lo anteriormente señalado, interesa poner de manifiesto que en la actualidad, el cuerpo se constituye en un nuevo soporte artístico de comunicación (Basualdo, 2005), y que el tatuaje como elemento constituyente de esta relación artística, pasa a instituirse en una práctica individual, vinculada a motivos particulares, modas y búsquedas de reafirmación personal.

Según Piña[iv] desde mediados de los ‘90, en la práctica del tatuaje se inician distintas matrices, algunas espontáneas y otras con significados específicos, como por ejemplo, el tatuaje prehispánico, el tribal, el biomecánico. Estos diferentes estilos se en encuentran avalados por el uso de herramientas especializadas para la realización de tatuajes.

La influencia de la era digital en la sociedad actual sobrepasa cualquier referencia en la historia de la información. El tatuaje no se encuentra ajeno a este fenómeno. En este sentido y dado la escasa información teórica existente en torno al tatuaje popularizado, Internet, a través de páginas web[v] de estudios de tatuadores, otorga información acerca de las tendencias actuales en los diseños del tatuaje. En base a lo que la mayor parte de las webs coinciden en señalar, en general, es posible distinguir cinco estilos de tatuaje: Americano (Old Style, Pin-up, New School), Tradicional, Japonés, Tribal y Personal (Custom). Artistas del tatuaje recomiendan no mezclar en una misma parte del cuerpo, tatuajes de diferentes estilos.

El “Estilo Americano” consta de diseños con la estética de los Estados Unidos de la década del ´50. Pin-ups, Cadillacs, dados, fuego, corazones y electrodomésticos de la época. Este tipo de tatuaje por lo general, utiliza dibujos no más grandes que la palma de la mano; además, para extender la zona tatuada combinan unos dibujos con otros.
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[i] Ana María Dupey, investigadora del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL), citada en Engler (2005). “Una Cuestión de Piel”. En Revista Neo, Mentes Curiosas. Disponible en: www.neo.uol.com.ar/edicion_005/nota_01.htm

[ii] Las fuentes utilizadas para construir la perspectiva histórica del tatuaje se basan en los datos aportados por Ganter (2006) “De Cuerpos, Tatuajes y Culturas Juveniles”. En Revista Científica Espacio Abierto, Vol. 15, nº 1 y 2 Cap. II, III y IV pp 430- 437. Disponible en www.redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/122/12215222.pdf y Gil; Costa (2004) “Disquisición Histórica sobre el Tatuaje” pp-13-35. Consejerìa de Sanidad, Dirección General de Ordenación, Evaluación e Investigación Sanitaria, Junio-2004.

[iii] San Jorge (275/280 al 303 D. de C.) soldado romano y santo cristiano. Según la leyenda, San Jorge libera a un pueblo de un Dragón que se apodera del agua y que como pago por ella exige sacrificios humanos. Su popularidad en la Edad Media lo lleva a convertirse en el protector de “los cruzados” en la conquista de Jerusalén (1099). Como “miles Christi”, es decir, “militar de Cristo”, se convierte en santo patrón de los caballeros y soldados.

[iv] Cupatitzio Piña (2003) “Cuerpos Posibles...Cuerpos Modificados. Modificaciones Corporales en Jóvenes Urbanos: Tatuajes y Perforaciones, citado en Gabino (2004). “Tatuajes, Mensaje de Divergencia que se Hace Indeleble de por Vida”. Diario La Jornada de Michoacán. 09.10.04. Disponible en: www.lajornadamichoacan.com.mx/2004/09/09/20n1con.html

[v] www.shatattoo.com/diccionario.php Sha Tattoo. España.

www.shop-tattoo.com/estilos-de-tatuaje.aspx Shop Tattoo- “Estilos de Tatuajes”.

EMOL (2002). Especiales Emol “Tatuajes y Piercings, Arte Corporal”. Diario El Mercurio Online. Disponible en: www.emol.com/especiales/tatuajes/multimedia.htm

Aquí un artículo escrito por la compañera Alejandra Lagunas, estudiante Licenciada de Sociología de la ULARE. En el presente nos relata el tema de los tatuajes y sus diferentes simbolismos en la cultura y como este nos identifica, léanlo, está bien bueno.

17-11-07

Introspectiva de un Egresado

Mi primera experiencia laboral relacionada con la sociología comenzó cuando realicé mi práctica profesional, creo que es la instancia crucial para poner a prueba lo aprendido como estudiante, como también, para detectar cuales son tus falencias o debilidades en lo que respecta a lo curricular.

Egresé el año 1999 y mi práctica la realicé el año 2000 en un departamento perteneciente a Carabineros de Chile. El principal requerimiento de la institución era apoyar a otros profesionales (psicólogo y asistente social) a optimizar el servicio que dicha dirección entregaba a la comunidad. Me inserté sin mayores inconvenientes.

Con el paso del tiempo detecté mis debilidades y mis fortalezas, todo esto amparada en la firme convicción que mis temores como “principiante” se disipaban al comprobar que la preparación académica que la universidad nos entrega es optima y nos permite desenvolvernos sin inconvenientes en el mundo laboral, tenemos buenos profesores en la escuela y las herramientas para trabajar a la par con cualquier otro profesional del área y enfrentar cualquier desafío. Sin duda la experiencia fue muy buena, aprendí mucho. Me licencie ese mismo año (2000).

Al año siguiente trabajé como encuestadora para una conocida Viña nacional, al cabo de tres meses pasé a formar parte del equipo multiprofesional de dicha viña, me familiaricé aun más con la sociología, nuestra función consistía en internalizar el vino en el mercado chileno, para lograr este objetivo realizamos estudios de investigación de marketing, focus group, análisis de datos, entre otras actividades.

Hasta ese momento no tenia claro cual seria la orientación que le daría a la sociología. Sólo me dejaba guiar por los requerimientos de la empresa.

Sin embargo, como ocurre con la generalidad de los compañeros de escuela, postergamos la titulación por diversas variables involucradas, entre las que destaco la económica, al igual como ocurrió en mi caso o simplemente nos dedicamos a finalizar otras tareas pendientes ¡Fatal error! El titulo es importante para lograr validar aun más el trabajo realizado. Aunque no es garantía de trabajo seguro o de éxito laboral, sin duda te otorga un respaldo importante.

Dejé de prestar servicios en la viña y el fantasma del desempleo comenzó a rondarme. Con mucha decepción me di cuenta que los méritos personales y profesionales, en ocasiones, no tienen tanto peso como las redes de contacto que puedas ir generando desde que eres estudiante, entre las que incluyo a profesores, alumnos titulados y otros profesionales que te puedan respaldar.

Comencé a rastrear compañeros titulados de años anteriores, algunos con trabajos estables y bien económicamente y otros con trabajos esporádicos disconformes con sus sueldos.

Esto fue determinante para comprender que la unión hace la fuerza, fue así como hace algunos meses con una ex compañera socióloga de esta universidad y otros profesionales más (de la U. de Chile, Arcis y la U. Católica) formamos “Societa consultores” nuestra carpeta de asistencias para el sector publico y privado incluye, estudios de marketing, de desarrollo organizacional, diagnósticos institucionales, capacitaciones, entre otros servicios.

Actualmente tengo claro que una vez que te has insertado en el mundo laboral es cuando recién logras definir tu especialidad como sociólogo.

Siempre he pensado que al titularte eres como un “maestro chasquilla” sabes de todo un poco, pero con el paso del tiempo es importante definirse en una especialidad, para así orientar tus lineamientos de acción futura. Tu preparación académica no termina cuando te titulas, sino que es solamente un paso, debes seguir especializándote. El mercado laboral está tan difícil y competitivo que el tema ahora va más allá de la eterna discusión de si “Eres profesional de universidad pública o privada"

Aquí un artículo que apareció en la primera Revista Anomia, en donde Lissette Díaz del Canto, Socióloga de la Universidad La República nos cuenta un poco de su experiencia laboral y nos demuestra que con esfuerzo y dedicación se pueden hacer cosas interesantes.

16-08-07

El Miedo en la Cultura

Pareciera ser de mal gusto comenzar a remembrar episodios o hechos que erizan los pelos y ponen la piel de gallina, pareciera ser que nadie quisiera reconocer la fragilidad de sus convicciones al enfrentar una palabra que todos conocen, pero que rápidamente evitan mencionar: “miedo”. El muy temido y respetado miedo está presente entre las líneas de los libros de la historia, una constante cultural presente en todo momento, lugar y espacio en la civilización judeo-cristiana, pero que muy poco se menciona. El miedo es rápido, fuerte, indeleble y florece con mucha facilidad en terrenos vírgenes en los cuales nunca se ha cultivado nada más.

Hacia fines del siglo VIII aparecieron por primera vez ante la cristiandad occidental los paganos e indómitos vikingos. Durante los doscientos años siguientes, en las iglesias europeas resonaba la oración: “Líbranos, oh Señor de la furia de los nórdicos”, que reflejaba el terror despertado por aquellos primitivos daneses, suecos y noruegos. Europa configuró una y otra vez su mapa en base a invasiones, guerras y tratados que tenían un gran poder para infundir el terror en bastas poblaciones y así congregarlos alrededor de causas comunes y espacios físicos. Posteriormente vinieron las pestes, las enfermedades, los reyes déspotas, los desastres naturales y más guerras que traían consigo nuevas formas de terror.

La religión siempre ha mantenido una relación especial con el miedo. El primer intento racional, intelectual llevado por el hombre para la comprensión de su entorno fue dado de la mano de la religión, incluso tal vez de la magia. Intentar explicar un mundo desconocido, hostil, incierto, en una palabra: tenebroso, no debió ser tarea fácil si se hubiera sido riguroso en las explicaciones y las relaciones lógicas que estas guardaban, pero al tener en cuenta al temor, al miedo como denominador común todo debió resultar más expedito. Si hay algo que aglutina la religión es simplemente temor, terror…miedo al castigo de los dioses, a las tentaciones de los demonios, a la acción de los herejes, a la perdida del alma, etc, etc. La incapacidad del hombre para asumir su soledad y desamparo en este mundo, y por ende, la perdida del temor a ello ha sido fundamental en la conformación de un sin número de creaciones y aspiraciones culturales.

Los hombres, desprovistos de herramientas científicas que les permitieran una parcial, pero razonable comprensión del mundo, tuvieron que recurrir a explicaciones sobrenaturales para hacer más llevadera su existencia en la tierra, existencia que sería muy difícil sin tener la certeza de algo, de que hay algo precedido por un orden universal, algo que cobra sentido en nuestras vidas y asigna valor a las mismas. Vivir en la incertidumbre, en la duda y en la falta de seguridad siempre ha sido insoportable para la mayoría de los hombres, es por eso que siempre, en especial los occidentales, necesitan comprenderlo todo, crear ideas, nociones, creencias que hagan más pasable una vida marcada por la falta de trascendencia. En un comienzo las explicaciones religiosas y el nacimiento de las deidades mantenían una directa relación con los desastres y acontecimientos naturales, una buena cosecha era sinónimo de un dios satisfecho, un aluvión era signo evidente de la molestia de los dioses. Los dioses encarnaban así todas las fuerzas de la naturaleza, para bien o para mal representaban la escasa influencia y poder que se tenía sobre ella y era así como cobraban su fuerza.

Hoy en día, las invasiones militares, no son pan de cada día como lo eran durante la expansión del imperio romano. Hoy las conquistas no se hacen necesariamente por el medio de las armas, se hacen de forma comercial y cultural, resultando más practicas, económicas y aceptables. Siglos atrás el hombre, más que lidiar consigo mismo y las consecuencias de sus propias acciones culturales como lo hace hoy en día, tenía que lidiar con una hostil e inhóspita naturaleza que no lo recibía con los brazos abiertos ni le regalaba caricias como si fuera su criatura predilecta. La vida durante la edad media, antes que ella e incluso no hace mucho tiempo era mucho más dura, marcada por mayores dolores y perdidas, no por grandes dichas ni épocas de esplendor cultural o económico. El desempleo, los beneficios, el ahorro, la rentabilidad son preocupaciones actuales que traen consigo sus respectivos temores; la perdida del sustento, del nivel de vida, del estatus socio-económico, el cambio de vida. Siglos atrás el empleo no era una preocupación, si lo eran las pestes y las enfermedades que podían ser transmitidas por foráneos, extranjeros y gente extraña. Las personas se encerraban en feudos tratando de alejar todos aquellos males que tanto temían. Si una peste llegaba a entrar en contacto con ellos lo más probable es que gran parte de la población muriera, no era simplemente una baja en el nivel de vida que se llevaba, sencillamente significaba la muerte y frente a eso no se podía hacer nada, ya que no existía un extendido desarrollo de la ciencia que entregara conocimientos, ni medicinas que sirvieran para luchar contra esas enfermedades. La vida resultaba ser más sombría, dura y corta, aquellos que por cuna no conseguían gozar de los privilegios que harían sus vidas más gratas y ricas, difícilmente llegarían a conocer algo más claro que no fuera la miseria, pese a esto, la conciencia de aquello resultaba más escasa sin un punto de comparación y aun más cuando las diferencias sociales estaban marcadas por la tradición y por ende, no se cuestionaban. Es de entenderse por todo esto que el miedo en la edad media o incluso en todo tiempo antes de la modernidad tuviera una conexión más cercana a la naturalaza con la cual se tenía que lidiar en vez de conectarse con las condiciones culturales creadas por el hombre para su propio beneficio, pero que usualmente conllevan costos mayores y, además producen un peligro aun mayor. Es de entenderse también que la producción cultural y material del hombre en el comienzo de su historia estuvo marcada no por el goce y la búsqueda de placer inmediato como resulta ser ahora la cultura hedonista occidental, sino que estuvo marcada por un utilitarismo que ayudaba a enfrentar las inmediatas amenazas que la naturaleza presentaba. La producción material estaba ceñida a las necesidades inmediatas que los hombres afrontaban, y no a los placeres culturalmente moldeados, que si bien tienen una demanda de inmediatez, no son imprescindibles para la continuidad de la vida.

El miedo siempre va acompañado a la probabilidad de pérdida, a la posibilidad de perder algo valioso, llámese vida, posesiones materiales, dinero, seres queridos, estatus, etc., etc. El temor siempre incluye la noción de riesgo. Las cuestiones que influyen más miedo entre las personas son aquellas que tienen una mayor probabilidad de perdida asociada, y más aun cuando las pérdidas son irreparables resultando de esto la muerte lo que concita mayores miedos. Anthony Giddens trata el tema de los riesgos en la cultura en su libro “un mundo desbocado” y considera que el vocablo riesgo no existía en la Edad Media, ni existía en las culturas tradicionales. Considera que la idea de riesgo aparece en los siglos XVI y XVII y fue acuñada por los exploradores occidentales cuando realizaban sus viajes hacia tierras lejanas alrededor del mundo. Más tarde la palabra se traslado a la banca para tomar una nueva forma en relación al cálculo de las perdidas e ingresos producto de las inversiones y prestamos. Después el uso de la palabra se diversifico mucho más llegando a todas las acepciones y utilidades que le concedemos hoy en día. Pese a lo plantado por Giddens la noción de riesgo existía con anterioridad a los siglos que señala Giddens, la noción de riesgo ya existía en el siglo XIII y es recogida por Tomas de Aquino en su Summa Theologica. En esa obra se tratan varios campos relativos a la doctrina cristiana, pero lo que nos resulta de interés es la defensa que hace de las prácticas usureras.

La usura ya era extendida en esos tiempos, pero todos los argumentos morales, bíblicos y filosóficos se pronunciaban en contra de ella. Tomas de Aquino explica en un comienzo del porque la usura es mala e injusta, porque exige la devolución de algo que no existió, es decir, el interés de un préstamo. Para él, ningún vendedor tiene derecho a recibir más del equivalente exacto de lo que ha dado. Tomas de Aquino conviene en que el vendedor del dinero, o sea el usurero, puede sufrir un daño a causa de la perdida del dinero que prestó, puede verse privado de los goces que la conservación de dicho dinero le hubieran significado. Por este daño o por la posibilidad de la ocurrencia de él se debe pagar una compensación, lo cual no significaría usura. Dice que contrariamente al usurero, el que comparte el riesgo de la empresa conserva la propiedad de su capital mediante su participación en el negocio.

El punto en común que tienen la apología de la usura por parte de Tomas de Aquino y la noción de riesgo de Anthony Giddens es que las ideas de probabilidad e incertidumbre incorporadas. El invertir en algo conlleva cierto ciertas probabilidades de perder y he ahí el riesgo en si. Si todas las cosas fueran totalmente seguras, no existiría realmente el riesgo. Giddens considera que las culturas tradicionales no manejaban un concepto claro de riesgo, porque no lo necesitaban. El riesgo no es lo mismo al peligro o la amenaza, según el autor, el riesgo se refiere a peligros que analizan activamente en relación a posibilidades futuras y solo alcanza su real extensión la palabra en las sociedades orientadas hacia el futuro, aquellas sociedades que construyen sobre la base de lo que será el mañana o lo que se espera que sea, como lo son las sociedades industriales modernas. Seguramente las sociedades tradicionales, a diferencia de las modernas, no manejaban bien el concepto debido a que no se proyectaban hacia el futuro, vivían el día a día y no tomaban en consideración el futuro, pues la sociedad en si era bien estática y los tiempos no eran considerados en base a los cambios que se habían inducido en ellos por intervención y modificación humana, sino por la ingerencia e interferencia que había tenido la naturaleza en aquellos tiempos (tómese el ejemplo de la erupción del volcán Vesubio en el año 79 D.C. aprox.). No podía existir una idea de riesgo, sino había una base real sobre la cual construirla. La vida en aquellos tiempos podía resultar tan dura que amanecer otro era causa suficiente de dicha y conformidad.

Ahora, consideremos a una sociedad capitalista post industrial marcada por la visión de futuro, de inversión, prestamos, ganancias y pérdidas. Podemos ver claramente que es una sociedad en la cual la idea de riesgo está profundamente enraizada y se diferencia diametralmente del resto de las sociedades por lo mismo. El riesgo es algo característico del capitalismo, y lo peligroso de ello es que tanto las perdidas como las ganancias pueden significar altos costos en términos ambientales y humanos para todos. Pensemos en los seguros, en la medicina, en la educación, en las familias, en los sistemas de previsión; todos los planes que se forman en relación de ellos son hechos en consideración de lo que se espera que puedan entregar en el futuro, se forman pensando en lo que podrán constituir en el futuro con un cierto margen de error y riesgo. Resulta curioso pensar en esto, puesto que todas las empresas que se emprenden, desde los primeros años hasta que se planean los últimos días de nuestras vidas están hechos sobre la ilusoria consideración de lo que esperamos de ellos, ignorando de paso el presente en el cual se vive, debido a que se piensa insistentemente en el mañana y sacrificando el presente como un medio para llegar a ese futuro hermoso, ordenado y ya proyectado.

Giddens complementa sus ideas sobre el riesgo con la noción del seguro, debido que para él es la base sobre la cual las personas estarían dispuestas a asumir ciertos riesgos. El seguro solo es concebible donde se cree en un futuro diseñado por los hombres, un futuro sobre el cual se tiene cierto control. Es uno de los medios para ejecutar ese proyecto, proporciona seguridad al traspasar el riesgo de una persona a una entidad aseguradora a cambio de una cierta cantidad de dinero, distribuyéndose así el miedo y la responsabilidad que riesgo trae consigo. El intercambio y transferencia de riesgos para Giddens no es un rasgo accidental en una economía capitalista. El capitalismo, para él, es impensable e inviable sin ellos.

Si enmarcamos lógicamente dentro de la globalización y el dominio del capitalismo que trae consigo, cada acción ejecutada por un ser humano dentro de este sistema global conlleva un grado de riesgo directo y si no es así, repercute de forma indirecta creando o ayudando a fomentar un riesgo mayor en otro lado. Tomemos el ejemplo del simple acto de botar la basura. A simple vista tal acción no contempla ningún riesgo, ya que botar un papel a la basura no significa peligro alguno. Sin embargo, la excesiva acumulación de deshechos y la falta de su reutilización y reciclaje conllevan un riesgo mayor e indirecto para todos los humanos. Entonces cada acción, cada acto encuentra a su efecto, en especial en este sistema globalizado donde una crisis económica en Asia, un alza en el precio del petróleo en Arabia Saudita repercuten directamente en las economías de la región en un efecto domino del cual nadie parece escaparse. En un mundo en el cual cada actividad está tipificada como un medio propicio para el goce de algo en el futuro, no puede si no existir una profunda sensación de miedo relacionada al riesgo que trae consigo la ejecución de “acciones futuristas“. La solución ante esto no parece ser refugiarse en el presente, ya que el presente fue ayer, ya paso, no parece existir una real concepción de lo que es el presente debido a que se descompone a medida que el segundero hace su trabajo con gran diligencia. Por lo tanto, tenemos una cultura marcada por la constante incertidumbre del futuro y la inexistencia de un presente sobre el cual afirmar los pies con seguridad.

El panorama no parece mejorar de ninguna forma, al contrario, cada día las personas toman mayor conciencia sobre todos los riesgos que les rodean y el escaso dominio que se tiene sobre ellos. El miedo a una crisis económica, la sola especulación de ella puede desatar catástrofes económicas dejando a miles de personas en las calles, empresas, aseguradoras quebradas, el miedo a las nuevas tecnologías aplicadas a los alimentos ya hacen mirar dos veces los alimentos en los supermercados antes de comprarlos, el calentamiento global y todos los efectos que tiene sobre nuestras vidas; temperaturas extremas en épocas del año que no corresponden, lluvias y sequías prolongadas que afectan el cultivo de alimentos, la aparición de huracanes, tifones, etc. Todo ello viene a contribuir a la proliferación de miedos y temores tanto a lo que la naturaleza nos depara como a lo que nosotros le entregamos a ella. Miedos que en tiempos pasados eran controlados o aminorados por la tradición y las costumbres que mantenían a la gente ocupada y tranquila. Pero hoy ya no es así, nos encontramos en una sociedad de constante cambio cultural, pero nunca económico, en una sociedad mutable e invertebrada, pero que se niega a tomar una forma clara, definida y que juega constantemente con las cartas del futuro, una sociedad que lo único que hace bien es romper con su pasado el que mira con cierto desprecio irrisorio considerando todo lo viejo como retrogrado e inútil.

El miedo, de gran valor comercial se incorpora al mercado con suma rapidez dando trabajo a miles de personas. Ejércitos enteros se han formado con la sola amenaza de una posible invasión, policías, doctores, psicólogos, etc., etc. todos ellos están al servicio de este rentable concepto llamado miedo. Las fobias, las ansiedades, el estrés aumentan y las consultas de psiquiatras y psicólogos adquieren una cartera de clientes constantes, quienes dentro de todo tal vez no van en busca de una solución real de sus problemas, ya que en muchos casos eso pasaría por ellos mismos y prefieren así recurrir a un especialista que ya no importa que les soluciona el problema o no, tan solo requieren que les adormezcan sus dolencias y dolores por momentos de manera tal que puedan retomar el ritmo de sus vidas y carreras para así hacer frente al futuro incierto reduciendo al mínimo sus posibilidades de riesgo. Las constructoras privadas encuentran un atractivo mercado construyendo más cárceles para recluir a todo aquel que ose romper con el imperio de la ley, también lo hacen las inmobiliarias con sus barrios más seguros, las empresas de seguridad privada que surten a las inmobiliarias, los sistemas de vigilancia, etc., etc. Se crea todo un aparátale tecnológico que intente controlar el miedo o por lo menos mantenerlo en un nivel manejable. Ahora es cuando se pone el énfasis en las soluciones que la tecnología puede prestar a nuestras inquietudes y miedos, ya que la tradición ha sido lo suficientemente vapuleada para perder todo derecho a voz y a voto.

Hobbes define la esencia del estado de la siguiente manera: “una persona de cuyos actos una gran multitud, por pactos mutuos, realizados entre si, ha sido instituida por cada uno como autor, al objeto de que pueda utilizar la fortaleza y medios de todos, como lo juzgue oportuno, para asegurar la paz y defensa común”. Tenemos así que el estado es un hombre artificial más grande, fuerte y mejor constituido debido a su racional concepción. Sin embargo, podemos ver a la luz de este autor que la motivación principal para la constitución del Estado o Leviatán es el temor a la agresión y a la perdida de vida como consecuencia de la guerra en el estado de naturaleza. ¿Es este Estado un hombre robusto o un chiquillo temeroso que se construyó a si mismo porque tenía miedo a quedarse solo en un estado de naturaleza, expuesto a los peligros del ambiente circundante? Si la sociedad-Estado es un hombre más grande y vigoroso y la generalidad de los hombres son profusamente cobardes y temerosos, ¿No es la sociedad en si un estado de perpetuo temor y agonía extenuante? Y si nacemos y morimos dentro de estas sociedades ya constituidas sobre timoratas bases, además de no tener ningún poder o muy escaso sobre ellas, ¿por qué resulta tan extraño y lejano el concepto del miedo, siendo que es una parte fundamental de las mismas?

Creador de grandes consensos y conflictos, el miedo tiende a imponerse cuando no se le comprende y se le toma en consideración, su comprensión y aceptación es vital para un mejor desempeño de la sociedad en general y las relaciones que iniciamos día a día, sin él no existe un freno que detenga las interminables pasiones humanas, sin él las barreras de la razón como lo puede ser la prudencia tienden a debilitarse y desaparecer dando cabida a todo tipo de acciones temerarias que pueden resultar desastrosas para el mundo entero. El miedo es en si una fuerza vital presente en toda época, todo tiempo y toda historia que alienta los hombres a emprender determinas acciones y empresas y les advierte, prohíbe de intentar otras tantas. El miedo no debe ser ignorado ni temido, como bien suele serlo, si no que debe estudiársele de tal forma que nos permitan disipar nuestros miedos más infundados y conservar aquellos que nos mantienen cercanos a la sensatez y a la razón. Después de todo…algunos de nosotros somos seres razonables, y nos quedan razonables dudas de ello….

Este texto fue escrito por Juan Francisco Mason, estudiante de Sociología de la ULARE, y apareció en la primera edición de la revista Anomia (revista de los estudiantes de Sociología). Es un muy buen artículo que relata ciertas particularidades de hoy en día con respecto a la Cultura, léanlo y comenten.

02-08-07

Economía y Trabajo

¿Verdadera Revolución o Demagogia Rentable?

Tanto propagandas políticas como discursos populares clamaban por un cambio en la estructura de organización social de nuestro país, sin saber o tener conciencia que dicho cambio tan anhelado ya había ocurrido; más aun este cambio aparecería como el principal factor explicativo de la estructura social sobre la que se desenvuelve hoy nuestra nación.

Particularmente en Chile, el mencionado cambio estructural tiene que ver directamente con la novedosa transformación de la plataforma económica y su consecuente efecto en el mercado del trabajo, desde la cual emergen los nuevos principios de estructuración de la sociedad chilena, principios que giran en torno a dos focos: el primero es la trascendencia del mercado como principal mecanismo de coordinación social y el segundo es el proceso particular que adquiere la individualización como trayectoria vital de los individuos.

Si atendemos a la postura más radical, podremos decir que son los individuos en sus decisiones racionales respecto a la observancia de los sistemas de precios, los que pueden generar el bienestar social. Manifestación de ello es que la sociedad chilena funciona descolectivisadamente, fuera de mecanismos asociativos, el individuo funciona solo, tratando de insertarse en los mercados. Más aun, el propio mercado del trabajo se plantea como un mercado de bienes cualquiera, donde en conjunto con la incorporación de las trayectorias vitales del individuo se anexan los principios de incertidumbre, demanda y volatilidad de todo mercado. Este hecho induce finalmente a que todas las relaciones laborales estén condicionadas a cómo la economía se fracciona bajo esta perspectiva.

Como consecuencia directamente práctica de esta situación, encontramos a las PYMES funcionando al margen de la economía (la concentración de la riqueza es radical); la nueva economía demanda profesionales competentes con alto grado de conocimiento y manejo técnico para sustentar el mercado del trabajo, situación que se contrapone a la realidad de la educación chilena. Los nuevos parámetros del comportamiento laboral generan una alta proporción de creación como de destrucción del empleo.

Si extrapolamos esta situación a la historia social reciente de nuestro país, vemos que el mercado pasa a ser parte fundamental de los individuos, organiza sus vidas y les da sentido, les entrega las posibilidades de acceder a la estructura de oportunidades con una serie de servicios que mejoran su calidad de vida y que al mismo tiempo los enajenan al definir una relación dependiente de ellos. La individualización es evidente, tanto así que la misma estructura social la fomenta al organizar las posibilidades del individuo en una serie de entidades (la mayoría privadas) que ofrecen salud, educación, recreación y éxito a cambio de quien acumule más trabajo en sus bolsillos. El desvanecimiento del estado-bienestar exterioriza la decisión y las opciones a los criterios individuales. La misma competencia bancaria y de AFPs, ofreciendo variados porcentajes de rentabilidad se desviven por captar el capital de algún aturdido sujeto, que en el peor de los casos concentra el fruto de su trabajo en una institución de disímiles propósitos (basta ver la prensa y revisar casos como Inverlink o Eurolatina) y que por demás al representar él una insignificante unidad productiva se resuelve ajeno tanto a las decisiones sobre el mercado que compone como a la justicia que por derecho requiere y termina por carecer.

Por otro lado, la nueva tónica de los mercados laborales se refleja en una seudo flexibilidad laboral, que reprime a los individuos con un sueldo mínimo inconsistente a las necesidades actuales y presiona sus conciencias al conformarse con total incertidumbre sobre su continuidad. Incluso los mismos contratos laborales presentan el beneficioso carácter de renovables, lo que da total potestad al empleador de prescindir de las labores del empleado sin previo aviso, dejándolo a la deriva argumentando ´´necesidades de la empresa``.

Asimismo, la poca o casi nula participación de las pequeñas unidades productivas es evidente, la voraz severidad de la estructura de mercado las consume (ya algo de eso se hizo patente con los conflictos del azúcar y la leche en el sur tiempo atrás). Esta marginalidad económica se extiende conformado verdaderas subculturas del empleo informal, las que se alimentan de los despojos de un desigual y desequilibrado sistema educativo y redistributivo, donde instrumentos como el Simce mostraban meses atrás avismantes resultados (aunque, bien o mal, la reforma educativa es un intento por sanear este tema, sus resultados aun no son visibles). Todo esto seguiría aportando a los índices de desempleo y restringiendo los de crecimiento.

Con todo, la aparente desventaja de la gran población ubicada en los sectores medios y bajos de la producción, se confirma con un universo simbólico de sindicalismo totalmente desfasado y desarticulado. El nuevo componente laboral distanciado a aquella masa obrera de los tiempos del socialismo, sumado al nuevo contexto valorativo de los trabajos ejecutivos -con una preponderante apelación a la responsabilidad individual- desarticula cualquier intento colectivo de enfrentarse a un mercado que parece desechar cíclicamente elementos bajo la lógica de un ejercito de reserva, la misma CUT fue objeto de este fenómeno en su desmembrada convocatoria a paro meses atrás.

Desde una perspectiva más ideológica vemos que existe un grupo nuevo de trabajo, una fuerza más heterogénea que valora el trabajo como un instrumento y no como una vocación de auto-realización profesional, en términos marxistas, los grupos laborales han involucionado a estados de deshumanización tanto por un proceso antropológico de individuación como de los factores asociados a la propia naturaleza estructural del sistema laboral vigente; así vemos como el mercado educativo superior ha sido saturado de carreras que ofrecen altos ingresos (las que por demás obtienen alta cantidad de matriculas) sin exponer, convenientemente, la realidad del mercado laboral. Años atrás presenciamos el cierre de algunos Institutos que cayeron en esta inconsistencia ética, donde se lanzaba indiscriminadamente a sus alumnos, con título en mano, al directo desempleo estructural.

De esta forma encontramos que el mercado está dominado por grupos de interés, que promueven normas y pautas que regulan y definen las relaciones de intercambio; actuando bajo un criterio instrumental y una seudo moral de responsabilidad individual, han adoptado un modelo conceptual falto de instituciones que lo sustenten consecuentemente a las posibilidades de toda la población, llevando (como dice Bourdeau) la utopía –radical- a la práctica.

Sin duda, es necesario reconstruir una epistemología para conocer las nuevas y variables estructuras de los mercados del trabajo, contextualizando los que algunos autores describen como un cambio de época, la que quizás y por todo lo dicho anteriormente, este llegando a su fin.

Texto escrito por Roy Díaz, estudiante de Sociología de la ULARE, léanlo y comenten.