09-06-07

Política y Postmodernidad

Una Realidad en una Sociedad de Incertidumbres

Tanto propagandas políticas como discursos populares clamaban por un cambio en la estructura de organización social de nuestro país, sin saber o tener conciencia que dicho cambio tan anhelado ya había ocurrido; más aun este cambio aparecería como el principal factor explicativo de la estructura social sobre la que se desenvuelve hoy nuestra nación.

Con la caída del muro de Berlín y el término de los socialismos reales, la ideología sobreviviente se expande por todo el mundo apoyada en el proceso de globalización, el cual materializa el símbolo más visible de dicha ideología: la teoría del liberalismo clásico resurgida como neoliberalismo expansivo y generador de un gran mercado mundial del que todos los países son participes quiéranlo o no.

Particularmente en Chile, el mencionado cambio estructural tiene que ver directamente con la novedosa transformación de la plataforma económica y su consecuente efecto en el mercado del trabajo, desde la cual emergen los nuevos principios de estructuración de la sociedad chilena, principios que giran en torno a dos focos: el primero es la trascendencia del mercado como principal mecanismo de coordinación social y el segundo es el proceso particular que adquiere la individualización como trayectoria vital de los individuos.

Manifestación de ello es que la sociedad funciona fuera de mecanismos asociativos, el individuo funciona solo, tratando de insertarse en los mercados. Más aun, el propio mercado del trabajo se plantea como un mercado de bienes cualquiera, donde en conjunto con la incorporación de las trayectorias vitales del individuo se anexan los principios de incertidumbre, demanda y volatilidad de todo mercado. Este hecho induce finalmente a que todas las relaciones laborales estén condicionadas a cómo la economía se fracciona bajo esta perspectiva.

En esta mixtura de matices que caracterizan nuestra cultura, uno de los aspectos transversales a todo momento histórico por los que hemos atravesado, es el quehacer político de cada país en sus distintos procesos de consolidación civil y gubernamental.

Sin embargo, particularmente en los últimos 20 años hemos asistido a procesos simultáneos de globalización, internalización, homogeneización e información constantes, que han influido de alguna manera en las dinámicas sociales de nuestra nación.

Específicamente, uno de los fenómenos que se destacan en la actualidad son los relacionados con el ámbito político, particularmente la crisis de la política respecto a su falta de convocatoria en la sociedad civil. Es precisamente nuestra intención aventurarnos, desde aquí, hacia el debate sobre hechos que creemos se han reproducido desde la economía manifestada en el mercado del trabajo, hacia la política representada por los modelos democráticos actuales.

Sin bien, en este sentido, los politólogos coinciden en que la existencia y función de la política es insustituible, y que por consiguiente, es requisito fundamental para consolidar los sistemas democráticos, la contrastante desconfianza ciudadana constituye un síntoma de la evidente crisis por la que atraviesan la institución del poder, contribuyendo además a denotar la percepción ciudadana de lejanía respecto a la misma.

Sin embargo, al insistir en el concepto de poder, sigue aflorando una característica de actualidad y novedad nunca antes tan fuertemente notada, y es que la política como fenómeno se ha consolidado primero como un proceso integrado de distintas esferas reconocibles como instituciones globales y se ha consolidado además, como un proceso cuyo pilar fundamental parece ser en particular una de estas instituciones. Así, el mercado reflejando a los sistemas económicos de producción, comercio y trabajo ha cimentado una estructura característica que hoy –agregamos tentativamente- tributado hacia la política y su particular ejercicio del poder; y hacia los sistemas de gobierno y administración, la iconografía del ‘’hacer por el hacer’’, frase sin motivo aparentemente especifico y que deja al descubierto una época que hace girar a la política en una dirección nueva.

Dicha dirección y sus procesos son integrados por el colectivo, siendo expresados de forma cultural en un tipo de sociedad hoy llamada post-moderna, donde aparecen agentes catalizadores de las características del proceso del cual hablamos.

Este texto fue escrito por Roy Díaz, estudiante de Sociología de la ULARE, es un extracto de la presentación que realizó en el congreso de Sociología del 2005 en la Universidad de Concepción, léanlo y comenten que les parece.

02-06-07

Literatura Postdictadura: una Mirada Hacia un Pasado Común

Dictaduras Latinoamericanas que se Hicieron Sentir en las Letras.

La literatura latinoamericana ha estado en constante estado de renovación, producto de los distintos períodos sociales que la han condicionado. Es así que, con anterioridad a las dictaduras de la década de los 70, predominó la llamada literatura fantástica, ésta utilizaba los elementos insólitos, maravillosos y mágicos para poner en crisis ciertos órdenes establecidos. La literatura fantástica, sirvió para mostrar que la realidad no es tan inmóvil, ni tan única como aparenta ser. En los años 50 por ejemplo, el argentino Julio Cortázar: escribe Bestiario, Final del juego y Las armas secretas. Más tarde surge el mexicano Juan Rulfo, con la temática de la relación vida y muerte, en su obra Pedro Páramo y en los años 60, la literatura fantástica culmina con el Realismo Mágico, cuyo mejor exponente es el colombiano Gabriel García Márquez.

La generación del 60, se caracteriza por la irrupción de lo cotidiano y por el desparpajo del lenguaje, entremezclando los elementos del habla popular con giros poéticos que, junto a estructuras innovadoras (como dejar de lado la narración lineal y omnisciente), dan vida a temas sociales, a la crítica y al humor.

Según Carmen Orellana, la literatura post-dictadura es una línea narrativa que trata temas como el exilio y el dolor, la vida y la muerte; relacionados estrechamente con el desarraigo de los países, del origen y de la identidad. Como es de esperar bajo cualquier régimen autoritario, la literatura sufrió graves trastornos producto de la censura y la autocensura.

Específicamente en Chile, existieron dos generaciones surgidas en períodos de gran convulsión social: la primera es la de los Novísimos, en la década del 70, y la segunda, conocida como N.N, vivió su juventud marcada por el golpe militar de 1973 y la dictadura.

Dadas las condiciones de aislamiento en esos tiempos (los espectáculos, la vida nocturna y los viajes eran prácticamente imposibles); se vuelve a los autores clásicos. Lo anterior redunda en una literatura diversa en temas, lenguajes y formas, en las que ambas generaciones expresan sus anhelos de libertad, así como sentimientos de solidaridad y justicia.

De esta situación nace la llamada Literatura Chilena de Exilio, una literatura reflexiva sobre la historia reciente de Chile. Entre los representantes más conocidos de esta vertiente figuran nombres como Antonio Skarmeta, Poli Delano y Ariel Dorfman, todos fundamentales para las letras latinoamericanas de la segunda mitad del siglo XX.

En la nueva narrativa chilena, escrita entre los 80, durante los regímenes autoritarios, y los 90, tal como en la Argentina, existe una fuerte tendencia a utilizar la forma detectivesca para enfrentar la realidad. Esta es la denominada novela negra, siendo Edgar Allan Poe, el verdadero padre de este género. La novela negra, es el reflejo de países como Chile, que viven bajo una atmósfera asfixiante, por el miedo, la violencia, la falta de justicia, la corrupción del poder y la inseguridad. Es así, como esta nueva narrativa permite compartir ciertas lealtades culturalmente determinadas, que van a ir generando una identidad en esta clase de actores sociales, que han sido marcados por el desarraigo, el miedo y la muerte.

El modo privilegiado para rescatar el pasado es un formato policial que permite una excelente posibilidad de hacer literatura realista, y de tematizar el contexto social y político de un país bajo un régimen dictatorial. En su mayoría la nueva novela negra continental conforma una narrativa realista en torno a hechos criminales que suscitan una investigación. Así, recoge las inquietudes del individuo actual, del habitante de las grandes urbes, inmerso en sociedades donde su destino parece decidido por variables políticas y de poder que pocas veces coinciden con sus intereses.

La novela negra en general, y la hispanoamericana en especial, se destaca por la denuncia del abuso del poder estatal del régimen militar; por la glorificación de la dimensión ética de la verdad y de la justicia en la convivencia humana; por su rescate de valores humanos como la solidaridad y amistad.

La literatura post-dictadura, ha permitido formar una identidad en aquellos sujetos que han sido víctimas de dictaduras, con una atmósfera asfixiante, con miedo y violencia; donde los regímenes dictatoriales han llegado a apoderarse de la vida de los individuos, interviniendo en las esferas más íntimas de los sentimientos humanos. A través de relatos, que intentan tematizar la realidad social y política de su país, bajo un régimen dictatorial, se va formando y moldeando esta identidad colectiva.

Finalmente, el fenómeno de la literatura post-dictadura, al estar vinculado con el quiebre político y existencial de Latinoamérica, ha permitido dar cuenta de los grandes cambios que surgieron en estos períodos: de la espontaneidad y la reacción emocional al terror y la retirada. Desde la perspectiva de la literatura post-dictadura se pueden observar cómo fueron cambiando los roles y las certezas de una sociedad, que no sólo ha tenido fracturas políticas y sociales, sino también fracturas existenciales.

Es importante destacar, que la dictadura tuvo un impacto profundo en la psiquis colectiva chilena, que se detectó básicamente por la literatura post dictadura: una desconfianza hacia todo lo que es espontáneo y emotivo, una inseguridad acerca de lo que gusta y no gusta, una inseguridad acerca de que como cambiar las cosas cuando a uno le gustan y una tendencia a no cambiar, sino a buscar el acuerdo y el consenso en cualquier caso. En definitiva miedo a la discusión. Así nos encontramos con una sociedad domada, un Chile que fue aplastado por el régimen militar, generando que la fantasía imaginativa rebelde estuviera bajo cautela. Con la muerte de la democracia también muere la poesía, dejando a un país sin fuerza movilizadora de la historia.

La literatura chilena y latinoamericana en general han tenido variadas vertientes, siendo la literatura post-dictadura una de las que más hincapié ha puesto en decir ciertas verdades que han estado ocultas en el acontecer nacional y latinoamericano.

La literatura, se nutre de la historia de nuestros países y ante un pasado común de contextos dictatoriales, no es de extrañar que hayan surgido corrientes literarias contestatarias a esta realidad. Principalmente, tendientes a promover una mejor sociedad y colocar de manifiesto ciertas certezas, que se trastocaron, principalmente, durante estos períodos, como por ejemplo, el respeto a la vida humana y el valor inalienable de la libertad

Notes:

Véase, Cuento Fantástico Latinoamericano, e Identidad y Realismo en la Narrativa (Adolfo Couve).

Esta ficha fue realizada en el marco del desarrollo de la alianza metodológica ESPIRAL, Escritores Públicos para la Integración Regional en América Latina.

Este artículo fue escrito por la compañera Karla Urzúa de Sociología, el texto está bueno, léanlo y comenten que les parece.